No iban muy desencaminadas muchas de nuestras madres cuando nos llevaban a academias de inglés. Ellas, con su instintiva intuición maternal, olfateaban que algo no iba bien en las escuelas públicas. No es para menos si tenemos en cuenta que nos caían siempre profesores de inglés que ni sabían hablarlo. Se empollaban el temario como aquél que se empeña en saberse la lista de los reyes godos y luego llegaban a clase con la intención de hacernos depositarios de tan absurdo derroche memorístico.
No perdamos de vista el norte, los cursos de inglés son para que podamos comunicarnos, no para ganar un concurso de "Saber y ganar". No negaré que aprender un idioma es como una puerta que te abre nuevas perspectivas culturales, te enriquece mentalmente y te hace más sabio. Pero no debemos perder de vista que de nada sirve esa diarrea intelectual si perdemos de vista el aspecto comunicativo. Por encima de todo una lengua, es eso: UN INSTRUMENTO DE COMUNICACIÓN. Hay que saber entenderlo, hablarlo y escribirlo.
Buscad siempre un método en el que, sin descuidar una parte teórica bien estructurada, te ayude a aprender ese inglés, o ese francés, alemán, catalán o chino cantonés a ponerlo en práctica para poner en práctica todo ese esqueleto gramatical. Y sobre todo, habladlo mucho.
Llorenç Garcia
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