Dicho así, suena muy extraño. Que llueva un perro o un gato en español no tiene ningún sentido. En español contamos con expresiones como llover a cántaros. Se entiende como cántaro una especie de jarra bastante grande de cerámica con la que se transportaba antiguamente el agua que se recogía de un arroyo o río con agua potable ante la inexistencia de agua corriente. Típica y costumbrista es la imagen de la mujer que portaba cántaro de ese estilo sobre la cabeza. Llover a cántaros es lo mismo que llover en abundancia, como si del cielo derramaran cántaros sobre la superficie de la tierra.
En inglés, en cambio, han preferido acudir a una imagen más zoológica. No hay una teoría unánime del origen de la expresión it's raining dogs and cats, pero la más verosímil parece encontrarse en el hecho de que antiguamente los techos estaban construidos con pajas y otros elementos no muy consistentes. Frecuente era que un animal decidiera acostarse a reposar en los tejados y que, frecuentemente, cayeran por el interior de la casa. Es, quizás, la teoría más fantasiosa y que tenga más de leyenda que realidad. Pero lo cierto es que es innegable que el imaginario popular retiene mejor estos contenidos poblados de fantasía y les crea una motivación para seguir usando esta expresión (algo parecido a la etimología popular, de la que ya hablaremos en otra ocasión).
Llorenç Garcia
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