Cada idioma es un reflejo de cómo sus hablantes estructuran su realidad. Es un organismo con su propio metabolismo que rechaza palabras y adquiere nuevos elementos para ir adaptándose a la cambiante realidad circundante. La misma realidad puede tener una distribución diferente según el idioma. Por ejemplo, el color blanco para nosotros apenas entiende de matices pero en cambio entre los esquimales existen infinitud de nombres para cada tipo de blanco ya que viven en un entorno rodeado de nieve. Para ellos, por tanto, distinguir los matices del blanco y colocarles una etiqueta constituye una cuestión básica en su día a día. Para nosotros no.
De la igual manera, es increible la cantidad de vocabulario relacionado con la botánica y la ornitología que estamos perdiendo a causa de vivir en un entorno urbano. Pocas personas sabrían reconocer un jilguero o una golondrina. Pero cada vez más gente sabe lo que es un "iphone", "ipod", etc.
A veces, hay conceptos comunes para todo el mundo pero que según la lengua tiene límites diferenciados o bien se dividen. Por ejemplo, en español tenemos la palabra "tarde" referida como la parte del día comprendida entre el mediodía y el anochecer. Sin embargo, en una lengua tan próxima como el catalán diferencia en su variedad oriental entre "tarda" y "vespre". La "tarda" serían las primera horas de la tarde, y el "vespre" cuando se va acercando el atardecer. De la misma manera, en inglés, hay una distinción entre "afternoon" y "evening". El primer concepto empieza a las 12 del mediodía y finaliza sobre las 4 ó 5 y el resto sería "evening".
Llorenç Garcia
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